7 abr 2010

Mono-no-aware ("extrañar" (de) las cosas)

De este lado el frío comienza a hacerse sentir, de a poco, y la luz de la tarde se va antes. Se va a amanecer a Japón y a hacerse más lánguida estirándose en los primeros calorcitos de la primavera nipona.
Es en Japón donde las estaciones intermedias (el otoño y la primavera) parecen explotar toda su potencia estética. Ahí derrochan todos sus colores, sus temperaturas, sus sabores y olores, su tiempo. Los rosados de los sakuras en primavera. Los rojos del momishii y los amarillos del ginko en otoño. Pero ante todo la efímera y transitoria belleza que hace que se disfrute ese-momento en el que dura, el mientras, el durante, el acontecimiento.
Una de las cosas que extraño son las actividades del otoño nipon: Geijutsu no aki (otoño de arte), Dokusho no aki (otoño de lectura) y Shokuyoku no aki (otoño da apetitos). Del arte a la lectura, hasta el apetito que dan estas actividades se extiende el otoño en Japón. Hacerse el tiempo otoñal para leer bajo la tibieza del sol que amarrona los arboles; la plácida sensación de suavidad solar al andar afuera a la hora de la siesta; poder darse tiempo para la expresión artística y disfrutar de los alimentos que aparecen sólo en esta estación.
En Japón se cosecha el arroz, aparecen los hongos, las peras, las manzanas más ricas, las uvas, las castañas humeantes en la calle; comienzan los festivales culturales y deportivos en las escuelas, las universidades y los barrios. El 1 de Octubre se cambia la ropa y los uniformados pasan a usar las mangas largas y los abrigos.
Todo esto bajo la atenta coloración del momishii y del ginko, uno que se colorea primero, el otro después…















Mañanas frías y tardes cálidas, siestas tibias, atardeceres rojizos, noches húmedas, pájaros apurados, más visitas en casa, más luces encendidas: Abril, las sombras más alargadas.

Será por esto que comparto con Buson

al salir de mi casa ya soy
uno más que va errando
por la tarde de otoño.

1 comentario:

I. R. González dijo...

En occidente:
Las hojas se asesinan contra el otoño.
Y las ramas que acompañan no saben aguantar...
El qué será del frio.